“La
hambruna llena el vacío interno, cuando aprobación proveniente de ti, es lo que
pido. El deseo por la comida se ha ido y
allí te encuentras de nuevo gritando... siempre negativo... tiempos como estos
son copados con un martilleo en mi cabeza, y es urgente salir corriendo y
desaparecer..."
Anónimo.
La bulimia y anorexia no son
trastornos nuevos. Las descripciones de
autoinanición se han encontrado en redacciones medievales y la anorexia
nerviosa fue definida por primera vez como un problema médico en 1873.
El primer caso de anorexia se dio en
Catalina de Siena. Con 26 años, su idea
de dedicar su vida a Dios chocaron con los planes de sus padres de
casarla. Esta situación la llevó a
encerrarse en su habitación a maltratarse no comiendo consiguiendo ingresar al
final en la orden dominicana pero con la mitad de su peso. El prestigio de Catalina
de Siena se extendió rápidamente y
tras su muerte, a los 28 años, contaba con muchas seguidoras religiosas. Aparecen muchos casos de anorexia en las
religiosas de la edad media. El ayuno
era un medio para que el espíritu triunfara y no la carne. Estar sin comer era
considerado como un signo de santidad. A
esta anorexia sufrida por el seguimiento a Dios se llamó " Anorexia
santa"
La palabra anorexia era utilizada por
los médicos como sinónimo de falta de apetito, inapetencia y ciertos trastornos
del estómago. Richard Morton fue el
primer psiquiatra que hizo una descripción del cuadro de anorexia. Describió a una paciente de 18 años que
presentaba los síntomas propios de la anorexia nerviosa: adelgazamiento,
dedicación obsesiva al estudio y pérdida de apetito. Morton se refiere siempre a la enfermedad
como un trastorno nervioso y es curioso saber que curó a esta chica alejándola
de su familia y de los estudios.
Finalmente, con la intervención sobre la familia de una paciente y su
alejamiento como medio para curar, se consiguió que el concepto de anorexia
nerviosa quedara dentro de la medicina científica.
En el siglo XX se conoce la anorexia
nerviosa como un miedo a engordar, pero antes del siglo XX no se tenía muy
claro si las muchachas que la padecían tenían miedo a engordar o no. Esto se cuestionaba ya que muchas
motivaciones eran religiosas o espirituales.
Ya en este siglo, la opinión de Freud era que todos los apetitos eran
manifestaciones de la libido o impulsos sexuales por lo que asoció comer o no
comer a la presencia o ausencia de impulsos sexuales básicos
En el momento actual los trastornos
del comportamiento alimenticio y dentro de ellos en primer lugar la anorexia
nerviosa, tienden a aumentar, y de cada cien mil jóvenes de entre 15 y 24 años,
de 30 a
40 sufren anorexia nerviosa cada año.
Este trastorno lleva a la muerte a casi el 10% de los pacientes
afectados, siendo las causas de muerte más comunes, tanto en anorexia como en
bulimia nerviosa el suicidio, casi en un 10%, seguido de la desnutrición severa
en la anorexia y el desequilibrio hidroelectrolítico en la bulimia
nerviosa. Los trastornos de la alimentación
se hacen crónicos en casi el 35% de los pacientes, dejando secuelas que afectan
el comportamiento adaptativo en el área laboral, social, familiar y
sexual. Además se ha reportado que
después del diagnóstico, un 25% de las pacientes siguen siendo anoréxicas, un
40 % tiene síntomas depresivos y un 25% obsesivos.
El trastorno suele iniciarse entre
los 14 y 18 años de edad, pero en los últimos tiempos está descendiendo la edad
del inicio.
la anorexia y la bulimia nerviosas se
constituyen como entidades sindrómicas, en la anorexia la pérdida de peso es
consecuencia fundamentalmente de un rechazo voluntario, de un temor a ganar
peso y de un trastorno de la representación corporal; en la bulimia los
episodios de ingesta voraz o atracones y las medidas que el paciente adopta
como compensación para prevenir el aumento de peso se asocian sobre todo a que
la autoevaluación sobre lo que el paciente piensa que vale, que hace con sus
propias capacidades y posibilidades de desarrollo en la vida están determinadas
o subordinadas a la silueta y al peso corporal.
Los síntomas que de alguna manera se plantean son el adelgazamiento, con
una pérdida del peso corporal original de al menos el 15%, uso de laxantes,
vómitos a menudo autoprovocados, hiperactividad. La amenorrea sería el segundo síntoma que a
veces precede al adelgazamiento, varios meses antes, y a veces es el último
síntoma en aparecer después del restablecimiento. Alteraciones digestivas, estreñimiento
crónico que no sede ante los laxantes, trastornos de la piel, hipotensión y la
malnutrición. Provoca además tristeza,
irritabilidad, aislamiento social e incluso ideas de muerte y suicidio.
El paciente anoréxico experimenta un
intenso miedo al aumento de peso a pesar de que éste disminuye cada vez más y
de una manera alarmante. Se produce una
distorsión de la imagen corporal, lo que obliga a mantener la dieta. El hecho de la pérdida de peso es negado
prácticamente siempre por el paciente y no suele tener conciencia de la
enfermedad. Las preocupaciones por el
alimento se hacen auténticamente obsesivas.
Aproximadamente la mitad de las pacientes anoréxicas experimentan
episodios bulímicos, caracterizados por la ingesta de cantidades de alimento
superiores a lo normal, aunque en principio el bulímico no desea en absoluto
ese atracón. Después de estos atracones,
siguen vómitos, laxantes, diuréticos.
A través de estas características,
Juan Carlos Romi formula la existencia de dos tipos de anorexia: Anoréxia austera: comienzan perdiendo peso a través de dietas y
ejercicio, por lo general ayudadas con laxantes, píldoras de dieta y/o
diuréticos. Anoréxia voraz: muestran características de la bulimia
nerviosa, es decir, que pasan por atracones y vómitos.
Los pacientes anoréxicos sobrevaloran
su imagen corporal. Siempre piensan que
están gordos, que no pueden adelgazar, cuando en realidad son un esqueleto, hay
una distorsión en la percepción de su esquema corporal; tienen actos de
impulsividad que llaman la atención, actitudes bizarras, como por ejemplo
agarrar de golpe una tijera y cortarse todo el cabello o actitudes que
hablarían más de una personalidad borderline que de una actitud histérica. Los anoréxicos se van aislando cada vez más
de su grupo social, de su grupo de pares, y quedan en una simbiosis patológica
de la relación madre-hija(o), y muchas veces se ve cómo la madre va engordando
y la hija(o) va adelgazando y el terapeuta a veces también engorda junto con la
madre, y la anoréxica(o) triunfante mira diciendo: “¡Pobres infelices humanos que no saben verdaderamente cómo hacer para acercarse
a mí, yo llevo omnipotentemente el poder en mis manos y soy quien controla el
mundo a través de mi omnipotencia!” (Yunes,1997)
En cuanto a los rasgos obsesivos
compulsivos, éstos no se limitan al área alimentaria y no llevan necesariamente
a la pérdida de peso ni al temor fóbico a engordar ni a la distorsión de la
imagen corporal. Se ve una obsesión, una
compulsión, que generalmente se localiza en determinada actitud, referente a su
cuerpo, en los trastornos alimenticios hay una lucha por poder controlar su
propio cuerpo, y se presenta una gran incertidumbre: por un lado el deseo de
crecer y por otro mucho miedo a crecer, lo que lleva al paciente a paralizarse
y quedarse encerrado en un vínculo familiar, como un pequeño niño a quien los
padres tienen que cuidar, porque si crece y se va, posiblemente sucederían
cosas como la depresión de la madre o la pelea entre los padres, a veces están
cumpliendo una función dentro del sistema de los padres, se forman coaliciones,
por ejemplo una alianza entre la madre y la hija en contra de la figura del
padre. Una coalición es algo más
permanente y más intenso que el enfrentamiento, donde hay alianzas o
coaliciones secretas que se enfrentan y muchas veces lo que se observa son
madres que se encuentran subvaloradas, no apreciadas. Por esta razón muchas veces es importante
establecer en la terapia, las jerarquías dentro del sistema familiar, y también
aumentar la estima de la madre y que ella logre un proyecto de vida individual.
De esta manera, la relación de la
madre y el hijo, suele ser una relación hostil pero más implícita que
explícita, es decir hay coacciones, formas de manifestación o de accionar
frente al poder, sea por parte del hijo o de la madre, para el logro de los
objetivos, donde se pasan la facturas permanentemente de acuerdo con las
circunstancias. Así por ejemplo, la
relación de la hija anoréxica con el padre, puede tener visos y características
de una relación casi incestuosa: el padre permanentemente está en una acción de
protección, de mimos que rozan permanentemente lo erótico.
Los antecedentes infantiles del
conflicto familiar de estos pacientes, casi siempre presentan características
como es que la pareja parental tiene una imagen de armonía, donde no se
manifiestan explícitamente grandes problemas en cuanto a conflictos
permanentes, pero hay un sistema donde pasan cosas subterráneamente,
explícitamente no hacen las eclosiones que se pueden ver en otros cuadros, son
conflictos parentales con imagen de aparente armonía.
A su vez, una relación excesivamente
estrecha con los padres, un excesivo control de éstos, sobre los hijos llegando
a tomar sus propias decisiones y gobernando su vida porque tienen puestas
muchas expectativas en ellos, puede ocasionar que el hijo intente satisfacer
completamente los deseos, necesidades y expectativas de los padres y al hacerlo
dejan de expresar sus propios deseos produciendo una falta de reconocimiento
del sí mismo, como un individuo con derecho propio.
Algunos estudios han encontrado que
las madres de anoréxicos tienden estar demasiado involucradas en la vida de sus
hijos, mientras que las madres de bulímicos son criticonas y desinteresadas.
Otro aspecto importante en relación a
la génesis del problema, son las experiencias traumáticas de abandono y de
crianza sustitutivas. Cuando las parejas
no están en esa aparente armonía que se plantea y se han separado, desde la
infancia temprana los anoréxicos o los bulímicos - sobre todo los anoréxicos-
han sido criados por las abuelas o por otros parientes con los cuales hay toda
una problemática que se refleja en comportamientos asociados a la madurez
sexual. Por esta razón es importante dar
una mirada a la influencia de la sexualidad en relación con los trastornos de
la alimentación.
Para Freud, los trastornos
alimenticios, constituían un síntoma alarmante para el cual consideraba que el
análisis estaba contraindicado. No dejó de mencionarlo prácticamente en todos
los historiales de Estudios sobre la histeria pero es en una carta a Fliess, el
manuscrito G, donde afirma: a) La
neurosis alimentaria paralela a la melancolía es la anorexia. La tan conocida
anorexia nerviosa de las adolescentes me parece representar, tras detenida
observación, una melancolía en presencia de una sexualidad rudimentaria. La
paciente asevera no haber comido simplemente porque no tenía apetito, y nada
más. Pérdida de apetito equivale, en términos sexuales, a pérdida de la libido.
b) Todo está en orden en el nivel inferior, pero la voluptuosidad no halla
acceso al grupo sexual psíquico debido a sus ligazones en otro sentido (con
repugnancia-defensa); he aquí la anestesia histérica, enteramente análoga a la
anorexia histérica (repugnancia).
En este orden de ideas, se ha
observado por ejemplo, que el paciente anoréxico o bulímico asume actitudes y
comportamientos que simbólicamente pueden interpretarse como el deseo de ser
asexuados, no comen, por el deseo de mantenerse como niños, indiferenciados,
como forma de mantener ese juego sexual que no tiene nada que ver con la
caracterización y una identidad sexual, que tenga que ver con la interacción
con el otro sexo. La posibilidad de
poder evolucionar de la autofilia a la heterofilia es un largo avatar que tiene
mucho que ver con el problema de la anorexia y la bulimia, porque en última
instancia se circunscribe al problema de la maduración psicológica de la
sexualidad. (Roberto Yunes, 1997)
Las estrategias que utiliza el
paciente, para permanecer delgado: los vómitos, las restricciones en la
alimentación, los ejercicios en forma desmedida, es decir comportamientos
ritualizados, por medio de los cuales quieren mantener una imagen
infantilizada. Además de comportamientos tímidos, temerosos, obedientes, donde
supuestamente se comportan siempre como los demás esperan que se comporten,
salvo cuando por medio de ese acto de omisión hacen la acción opuesta a lo
esperado. Son controladores, obsesivos,
perfeccionistas, suelen ser inteligentes y fundamentalmente se observa un
narcisismo caracterizado por la fijación en la etapa autofílica, del desarrollo
psicosexual.
Además de la problemática
psicológica, desde el punto de vista biológico y sexual hay pérdida de la
libido, la infertilidad, la amenorrea, o sea la dificultad para utilizar la
capacidad reproduccional, la atrofia mamaria, la reducción del vello axilar y
pubiano, la reducción de los estrógenos plasmáticos y urinarios, la atrofia del
epitelio vaginal y endometrial en la mujer, son síntomas que aparecen como una
manifestación desde lo sexual y desde el área biológica del sistema. Una de las claves de intervención será por lo
tanto, establecer si existe un déficit en el desarrollo psicosexual, si hay
negación del desarrollo de los caracteres sexuales; en el afán por mantener un
físico infantil asexuado.
Hay una cosa bastante interesante en
relación con la alimentación y la sexulaidad.
Comer es sinónimo de obesidad, es sinónimo de indulgencia sexual; no
comer es una táctica para frenar los deseos malos, a medida que el individuo
come es lo mismo que tener acceso a la sexualidad que de alguna manera se
niega. El logro de la autonomía frente
al deseo sexual es pensar que comer es erótico y antiestético, por lo tanto el
individuo, ¿qué hace frente a eso? Cambia las relaciones interpersonales, o sea
la acción vincular con el medio, por relaciones más intrapersonales,
manteniendo el narcisismo.
El bulímico, a diferencia del
anoréxico, presenta distímia, tiene alternancia permanente del humor, con baja
autoestima, es decir siente que es menos de lo que realmente es. Hay una desvalorización permanente de su
esquema corporal, sobre todo cuando tiene sus atracones, con los cuales engorda
desmedidamente y después necesita compensar para poder llegar a lo que
pretende, y como vive permanentemente en ese interjuego, la desvalorización de
su esquema corporal es bastante notable.
Lo que se observa es que su identidad sexual está difusa, sobre todo por
miedo al rechazo. Aquí no se ve tan
restrictivamente la falta de maduración sexual como se observa en el anoréxico,
pero lo que se observa es que en su maduración el bulímico no logra la
identidad que le permita una buena comunicación interpersonal, pues siente
permanentemente que puede ser rechazado.
Otra cosa interesante, es que así
como tiene formas impulsivas de manejar su alimentación, también suele tener
formas impulsivas de manifestar su sexualidad, que lo lleva, a veces, a tener
conductas sexuales promiscuas, a diferencia del anoréxico, que es
permanentemente un “Asceta”. A nivel
vincular, los bulímicos cambian permanentemente de pareja, porque sienten
inmediatamente que los rechazan, hay dificultades para vincularse y a nivel
sexual se caracterizan por la presencia de un hipoerotismo que suelen compensar
con la promiscuidad sexual, tratando de mostrar y halagar al medio a través de
lo que el medio espera de ellos desde el punto de vista de la sexualidad, pero
que no va acompañado de una erotización que pueda llevar a una estabilización
de la pareja de acuerdo con una elección personal.
Por la distorsión de su esquema
corporal hay un rechazo del rol sexual de asignación y no se comportan de
acuerdo con los papeles o roles de masculinidad o femineidad que la cultura
promueve para ellos. Hay un gran temor,
hay una gran aversión al contacto físico y emocional, y fundamentalmente hay un
conflicto entre ser un adulto, un yo adulto, y mantener el yo del niño.
De esta manera los trastornos
alimenticios, se relacionan de manera directa con el paso de la adolescencia a
la adultez y la independencia que la sociedad espera que se logre. Sin embargo, a medida que se vuelve más
delgada y más débil, la anoréxica requiere más atención de quienes la rodean, y
ya no tiene que preocuparse por salir sola, que supone un mayor control sobre
su vida propia. El trastorno parece que
cumple así el papel de satisfacer varias necesidades conflictivas: la libera de parte del estrés que genera
entrar en la adultez y lograr la independencia, mientras que atrae la atención
de los padres y ofrece una medida de control de su propia existencia.
En el caso de la anoréxica, consiste
en mantener el control sobre la ingesta de alimentos y el temor exagerado por
aumentar de peso. La sensación es que
puede cumplir con todo lo que se espera de ella mientras pueda lograr controlar
su hambre. Mientras que la persona
bulímica tiene que dar muestras permanentes de poder enfrentar su incapacidad
para controlarse a si misma, en un afán de contravenir el deseo del objeto.
Cabría agregar, que tanto en la
anorexia como en la bulimia, el paciente organiza su vida en torno al hecho de
"no comer" ya que lo bueno o lo malo, el éxito y el fracaso,
dependerá de cuánto y cómo han podido cumplir con el control alimentario. (
Diana Kirszman,1992).
Los trastorno de la alimentación, se
constituyen en una expresión de la necesidad de alcanzar la perfección, con el
fin de lograr ser amado. Para la persona
con anorexia esto significa volverse libre de problemas y no necesitar nada
(incluyendo la comida). Como parte del
equipaje de la perfección está una imagen ideal de delgadez, que nunca podrá
ser atendida, porque la persona con anorexia nunca se verá perfecta. Cuando el fracaso inevitable llega, cuando el
paciente anoréxico fracase en alcanzar la perfección y entonces el amor y la
aprobación total y absoluta del objeto, el trastorno se convierte en un acto de
venganza silenciosa y forma de manipular el objeto: "¿Ven? Estoy
desapareciendo lentamente y ustedes estarán muy tristes cuando ya no
esté". (María Susana Rimoldi,1997)
Los objetivos del tratamiento no se
deben restringir a la resolución o control de los síntomas, sino que deben
orientarse a lograr el dominio de la autonomía, a alcanzar la separación
individuación, la expresión emocional, aumentar la tolerancia a la frustración
y a la incertidumbre, la construcción de un sentimiento de poder y autoestima
que deben poder centrarse en logros diferentes al rígido control de su peso
corporal. El tema es no presionar sobre
la modificación de la sintomatología per-se; si no implementar un trabajo
interdisciplinario, (nutricionista, ginecólogo, terapeuta de familia, psicologo
y el psiquiatra), orientado al logro de una mayor integración y diferenciación.
La terapia familiar debe
implementarse desde un comienzo para diferenciar los roles, la
individualización de los miembros, porque hay todo una aglutinamiento y una
superposición: el otro piensa por el otro y protege al otro y hace lo que el
otro piensa que el otro quiere, es decir familias y relaciones vinculares
caracterizadas por la simbiosis e indiferenciación.
A su vez el tratamiento individual
debe centrarse en la individuación, y para lograr este proceso se requiere que
el paciente integre las representaciones objetales, se diferencie y logre
establecer la representación del si-mismo, su deseo y su yo ideal.
Además el paciente debe seguirse de
cerca a lo largo de los años, puesto que frente a cualquier situación de crisis
o cambio, el paciente puede tener recaídas y desdiferenciarse nuevamente.
Super interesantes la interpretación de los TCA desde la perspectiva psicoedinámica. Una pena que en el mundo académico en España este enfoque esté tan relegado
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