lunes, 1 de octubre de 2018

42. W. R. D. FAIRBAIRN

El psicoanalista escocés Fairbairn (1889-1964) convino con Sullivan en que lo que se desenvuelve en el desarrollo de la personalidad es la necesidad de contacto y relación con otros. “No es la actitud libidinal la que determina la relación objetal”, escribió Fairbairn, “sino la relación objetal la que determina la actitud libidinal”. Por consiguiente, mientras la teoría clásica Freudiana ve la sexualidad como un fin en sí, Fairbairn ve la sexualidad como un medio hacia un fin fundamental, el contacto con otros. La pulsión medular en la motivación humana es la “búsqueda objetal”. De acuerdo con Fairbairn, entonces, lo más aterrador que podría ocurrirle a un individuo sería quedarse completamente solo.

Fairbairn estaba convencido de que los niños necesitan sentirse amados como individuos por derecho propio y sentir que el amor que ofrecen es bien recibido y valorado por otros. Previó un proceso de desarrollo gradual que comienza con la relación infantil, dependiente de la madre, y que poco a poco evoluciona para convertirse en la capacidad de mutualidad adulta, relaciones basadas en el intercambio. El niño tiene que renunciar a los apegos infantiles y a la dependencia de los padres para lograr la dependencia mutua.

A veces es demasiado grande la ansiedad por la alteración de la relación existente con los padres y la psicopatología entra en el cuadro. Fairbairn declaró que “el conflicto medular de toda la psicopatología está entre el apremio de desarrollo hacia la dependencia madura y relaciones más enriquecedoras, y la renuencia regresiva a abandonar la dependencia infantil de objetos indiferenciados (tanto internos como externos) por temor a perder el contacto de cualquier tipo”.

Así cada uno de nosotros necesita desesperadamente las relaciones con otra persona. Si la única forma de relacionarse con otro es aceptar un rol que produce dolor o malestar, la persona lo aceptará porque incluso la relación en apariencia dolorosa es mejor que perder el contacto con otros por completo.


·        Esclareció las primitivas relaciones objetales, anteriores a las que Melanie Klein describió bajo la denominación de “posición depresiva” en sus trabajos sobre el síndrome maniaco-depresivo y el duelo.

·        Presentó un detallado estudio sobre los mecanismos de defensa esquizoides, sobre todo la escisión.


·        Se aparto de manera radical de la orientación kleiniana cuya influencia había recibido: objetó el predominio que Melanie Klein había atribuido al instinto de muerte a los instintos en general en el establecimiento de las relaciones objetales. Consideró que el principal objetivo del incipiente aparato psíquico es el establecimiento de vínculos con otros seres humanos, originalmente con la figura materna. En su opinión el yo procura ante todo encontrar objetos y no gratificar instintos.

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