Nació el 17
de abril de 1896 en Plymouth (Gran Bretaña) y murió en Londres en 1971.
En 1923
obtuvo dos puestos hospitalarios de pediatría en Londres donde aseguro durante
40 años una consulta para niños.
Recibió
influencias de Freud y de sus
contemporáneos , en particular de Melanie Klein, quien le parecía menos
dogmática que los otros y le ayudó en el control de sus primeros análisis.
Winnicott sostiene que ha habido una formulación habitual de la naturaleza humana; que en general se reconoce que por un lado provendría de las relaciones interpersonales y por otro, de una realidad interior. Hasta ese momento se había dicho que cada individuo que ha llegado a ser una unidad, posee una membrana que limita un exterior y un interior, una realidad interna y una realidad externa.
Winnicott afirma que así como es
necesaria esta doble exposición, ésta sería insuficiente por lo que es
necesaria una triple: la tercera parte de la vida de un ser humano, el Espacio
Transicional o Espacio Potencial, una parte de la
cual no se puede hacer caso omiso, es una zona intermedia de experiencia a la
cual contribuyen la realidad interior y la vida exterior. Se trata de una zona
que no es objeto de desafío alguno, porque no se le presentan exigencias, salvo
la de que exista como lugar de descanso para un individuo dedicado a la tarea
humana de mantener separadas y a la vez interrelacionadas la realidad interna y
la exterior (Winnicott, 1971). Esta otra área de experiencia no está ni adentro
ni afuera, sino entre medio.
El espacio transicional es un lugar
que varía enormemente entre los diferentes sujetos, en cambio los otros dos
espacios (el interno y el externo) son más o menos constantes en sus leyes,
siendo uno determinado biológicamente y el otro de propiedad común (mundo
externo o realidad objetiva compartida). Ambos, tanto el espacio interno como
el externo son constantes y universales en cuanto tienen una legalidad propia
que los rige. La realidad espacial del Espacio Transicional es "potencial",
es decir se irá construyendo en la medida en que el sujeto va adquiriendo
experiencias con los objetos y los diferentes fenómenos.
Otra diferencia fundamental entre los espacios externo e interno en relación al espacio transicional, es que los fenómenos u objetos que allí se dan o son creados respectivamente, no son posibles de ser clasificados como pertenecientes a la clase de lo interno o externo, sino que lo transicional es definido como el elemento que siendo interno es externo a la vez y viceversa. No se puede elegir ubicación alguna y sería aquí donde la naturaleza humana encontraría su sitio (Warjach, 1996 en Grego, 1996).
Otra diferencia fundamental entre los espacios externo e interno en relación al espacio transicional, es que los fenómenos u objetos que allí se dan o son creados respectivamente, no son posibles de ser clasificados como pertenecientes a la clase de lo interno o externo, sino que lo transicional es definido como el elemento que siendo interno es externo a la vez y viceversa. No se puede elegir ubicación alguna y sería aquí donde la naturaleza humana encontraría su sitio (Warjach, 1996 en Grego, 1996).
Winnicott define el espacio
transicional como espacio virtual o potencial. La idea de espacio virtual o
potencial implica un espacio que se va generando en la medida en que va siendo
ocupado (Abadi, 1996).
Es precisamente este espacio
potencial el que se desarrolla entre el infante y la madre desde el comienzo y
que mediatiza el desarrollo hacia la aceptación de la realidad compartida. Es por
este medio que se desarrolla una importante evolución emocional y la relación
de objeto más temprana.
La experiencia de la tercera zona o
área potencial se mantiene a través del desarrollo, entre eso que
definitivamente es "yo" o la realidad psíquica y "no yo"
como la realidad externa compartida.
A partir de la idea de espacio
transicional, Winnicott se referirá a los objetos como Objetos
Transicionales y a toda la experiencia, pensamientos y fantasías que se
despliegan en ese espacio como Fenómenos Transicionales (Abadi, 1996).
a. El objeto
transicional
Es un objeto que ha sido elegido por el niño, pudiendo ser su pulgar, puño, trozo de material suave, peluche o cualquier objeto que pueda ocupar un espacio transicional y que el niño usa para confortarse cuando enfrenta la evocación ansiosa por la ausencia de la madre. Por lo tanto, los objetos transicionales deben tener algunos atributos que traigan a la mente del niño un algo de la madre. Muchos niños parecen no estar particularmente aferrados a este tipo de objetos, pero para ellos ciertos sonidos, vistas, iluminación o posturas, sirven para el mismo efecto (Abadi, 1996).
Es un objeto que ha sido elegido por el niño, pudiendo ser su pulgar, puño, trozo de material suave, peluche o cualquier objeto que pueda ocupar un espacio transicional y que el niño usa para confortarse cuando enfrenta la evocación ansiosa por la ausencia de la madre. Por lo tanto, los objetos transicionales deben tener algunos atributos que traigan a la mente del niño un algo de la madre. Muchos niños parecen no estar particularmente aferrados a este tipo de objetos, pero para ellos ciertos sonidos, vistas, iluminación o posturas, sirven para el mismo efecto (Abadi, 1996).
Winnicott los llamó objetos
transicionales, ya que parecen surgir en un área intermedia entre "la
ilusión de unidad" con la madre y el conocimiento de la separación de
ella. El infante proyecta sobre el objeto transicional sentimientos y
significados, que originalmente pertenecen a la unidad madre-hijo, así como las
experiencias asociadas con esta unidad.
Para que la relación con el objeto
transicional se constituya y se mantenga, se requiere tanto de la presencia
real y concreta de la madre, como de una representación interna del vínculo con
ella, firmemente establecida en el interior. Si el objeto interno no es
demasiado persecutorio y conserva su vitalidad, podrá ser representado por el
objeto transicional. La permanencia y significado del objeto interno se
mantiene gracias a la presencia y comportamiento de la madre. Si el objeto
externo es insuficiente, tanto el objeto interno como el objeto transicional,
pierden significado.
El objeto transicional adquiere
importancia vital cuando el bebé se va a dormir, la madre se ausenta o se aleja
de la casa, ya que lo protege de la tristeza producto de la separación. Ayuda a
desarrollar la capacidad de espera, a tolerar la frustración y a re-unirse, en
la fantasía, con la madre que no está. El objeto que la re-presenta, mantiene
el vínculo con la madre ausente. En el niño hay un registro de que ese objeto
lo acompaña en ausencia de su madre, pero no es la madre. Representarla implica
el reconocimiento de la pérdida y su recuperación en la fantasía.
Sobre esta base se construye el
pensamiento simbólico, porque el objeto transicional es la primera cosa que en
el bebé ya está representando simbólica y subjetivamente a otra cosa. Éste es
el modelo de lo que serán todos los procesos de simbolización (Abadi, 1996).
Desde el punto de vista del observador, el objeto transicional es un símbolo de
la experiencia del infante en su ambiente, pero esto no significa que el
infante que utiliza el objeto transicional haya alcanzado la capacidad para
simbolizar, más bien está en el camino hacia el uso de los símbolos (Abraham,
1997).
El objeto transicional estará ahí
para recorrer desde la dependencia total hacia la dependencia relativa de la
madre. Representa la transición del bebé, desde un estado en que se encuentra
fusionado a la madre, a uno de relación con ella como algo exterior y separado.
Por lo tanto representa al movimiento desde relacionarse con el objeto subjetivamente
concebido, hacia la percepción objetiva como en la realidad externa, logrando
así el principio de realidad (Abraham, 1997). El objeto subjetivamente
concebido es el primer objeto que aún no ha sido repudiado como objeto no-yo.
Es un objeto experienciado como una extensión de sí mismo (de su self). Por
ejemplo, el pecho de la madre es experienciado por el niño como una extensión
de sí mismo ya que está bajo su control omnipotente. El objeto externo en
cambio, es el objeto no-yo concebido por el niño como un objeto fuera de sí
mismo y que está fuera de su control omnipotente. Es a través de la maduración
que el niño va moviéndose desde este mundo de objetos subjetivos, de un
ambiente de sostenimiento (holding) hacia el reconocimiento de los objetos
fuera de sí mismo (Bacal y Newman, 1990). El objeto transicional representa
este movimiento, ya que es un objeto que nunca está bajo el control mágico
omnipotente (como el pecho), ni tampoco fuera del control del bebé, como la
madre (Fonda, 1995).
El objeto transicional (al igual que
la madre) es acunado, amado, tirado, mutilado y a pesar de ello sigue allí,
sobrevive. Esta cualidad de ser siempre destruido, hace que la realidad del
objeto sobreviviente se sienta como tal, fortaleciendo el tono del sentimiento
y contribuyendo a la constancia del objeto. Esta destrucción se convierte en el
telón de fondo inconsciente para el amor de un objeto real, es decir un objeto
que se encuentra fuera de la zona de control omnipotente del infante y fuera de
la zona creada por los mecanismos mentales proyectivos de éste. De ese modo se
crea un mundo de realidad compartida, que el infante puede usar y que le
devuelve una sustancia que no es yo (Winnicott, 1971). Es aquí donde se inicia
el funcionamiento del aparato psíquico con vigencia del principio del placer y
comienza a cristalizarse la realidad exterior, con vigencia del principio de
realidad.
b. Self
o sí mismo.
La idea de sí mismo (self) implica el sentimiento de identidad que aparece con la propia existencia.
La idea de sí mismo (self) implica el sentimiento de identidad que aparece con la propia existencia.
Al comienzo, la identidad personal es
sólo potencial; existe un primario "propio ser central", que después
se convierte en el "núcleo del propio ser" o "propio ser genuino
potencial" (verdadero self) (Phillips, 1997). "Se podría decir que el
núcleo del self es el potencial heredado que experimenta una continuidad de
existir y que a su modo y a su ritmo adquiere una realidad psíquica personal y
un esquema corporal”.
El propio ser central está presente en la organización mental
primitiva como la suma de la vida sensoriomotriz que progresivamente y producto
de la interacción con un ambiente, se convertirá en el sentido psicológico de
las diversas maneras en que un sujeto particular se experiencia a sí mismo
(Bacal y Newman, 1990), es la fuente de energía o espontaneidad, la fuente de
lo que llama el gesto espontáneo. Este gesto o agrupamiento sensoriomotriz
expresa un impulso espontáneo que no es sino manifestación del propio ser en
acción.
Aún reconociendo el papel fundamental
de la pulsiones del ello en la difícil tarea de adaptarse el infante a la
realidad externa, Winnicott entendía que antes que se pudiera hacer uso alguno
de esos instintos tenía que estar presente una persona vivenciante, por
rudimentaria que fuere. En este punto se introduce el "yo", porque la
mediación de esta instancia permite en el infante la organización psíquica, que
transforma los sucesos del ello en experiencia personal (Phillips, 1997).
Winnicott reconoce la naturaleza y la
significación de los determinantes libidinales para las relaciones de objeto,
sin embargo las pulsiones serían evolutivamente significativos en la medida que
sean entendidos en el contexto del conjunto de las relaciones del infante con
el cuidador (Winnicott en Bacal y Newman, 1990). "…El yo del infante está
acopiando fuerzas, y en consecuencia se acerca a un estado en que las
exigencias del ello serán sentidas como parte del sí mismo (self) y no como
ambientales. Cuando se produce este desarrollo, la satisfacción del ello pasa a
ser un muy importante fortalecedor del yo o del self, pero las excitaciones del
ello pueden ser traumáticas cuando el yo todavía no puede incluirlas ni es
capaz de absorber los riesgos involucrados y las frustraciones experimentadas
mientras no se convierte en realidad la satisfacción del ello."
Winnicott concibe al Yo como aquella
organización del infante, que con el tiempo se convierte en el propio ser, es
decir que para este autor el yo es el responsable de reunir y organizar la
información de las experiencias internas y externas. Pero en un primer momento
hay un yo débil, entonces para que este pueda acumular fortaleza de tal manera
que las exigencias del ello sean sentidas como parte del propio ser será
necesaria la presencia de una madre suficientemente buena.
c. Madre
suficientemente buena
En un primer momento, la madre es el yo del infante. Durante la fase de dependencia absoluta en que la madre está en un estado de preocupación materna primaria y a través de su adaptación a las necesidades del niño, ésta puede entregarle a su infante el soporte yoico necesario. La fuerza de este soporte yoico depende enteramente de la habilidad de la madre para adaptarse a las necesidades del niño. Ella es el yo del infante producto de la intensa identificación con él y es en esa medida que puede apoyarlo y protegerlo (Abraham, 1997).
En un primer momento, la madre es el yo del infante. Durante la fase de dependencia absoluta en que la madre está en un estado de preocupación materna primaria y a través de su adaptación a las necesidades del niño, ésta puede entregarle a su infante el soporte yoico necesario. La fuerza de este soporte yoico depende enteramente de la habilidad de la madre para adaptarse a las necesidades del niño. Ella es el yo del infante producto de la intensa identificación con él y es en esa medida que puede apoyarlo y protegerlo (Abraham, 1997).
En
este sentido la madre debe proveer al niño de:
Holding
(sostenimiento físico): Describe la
conducta emocional de la madre que protege a la criatura frente a los peligros
externos a nivel táctil, auditivo, visual, de sensibilidad o temperatura.
Handling
(sostenimiento psíquico): instalación de la
psique en el soma y se da el desarrollo del funcionamiento mental.
Si el ambiente lo bastante bueno ha
cubierto las necesidades del infante en el período de dependencia absoluta, se produce
la transición al estado de dependencia relativa. Entonces el intelecto en
desarrollo permite un percatarse cada vez mayor del cuidado materno y de la
necesidad misma que el bebé tiene de él. El "no-yo" se separa del
"yo" y se alcanza la objetividad, lo que en definitiva lleva a vivir
en un mundo en que los objetos tienen experimentada permanencia en el tiempo y
el espacio y son utilizables por lo mismo que están separados y son
indestructibles. El infante adquiere la capacidad de enfrentar la desilusión
que es inherente al abandono de la omnipotencia continuadamente vivida y
empieza a sentirse responsable de sus propias acciones. En este punto, una
graduada falla en la adaptación a sus necesidades llega a ser un aspecto
importante del cuidado materno:
"Tan pronto como la madre y el
infante son seres separados, desde el punto de vista del infante, se observará
que aquella se inclina a modificar su actitud. Es como si advirtiera que ahora
el infante no tiene ya por expectativa la condición en que existe una
comprensión casi mágica de la necesidad. La madre parece saber que el infante
tiene una capacidad nueva de emitir señales que la guíen para satisfacer sus
necesidades. Diríamos que si en este momento ella supiera demasiado bien lo que
el infante necesita, eso sería mágico y no ofrecería base para un vínculo de
objeto".
Por lo tanto, la madre
suficientemente buena que responde al "gesto espontáneo" o
comunicación primaria no verbal de su hijo, le entrega la fuerza necesaria al
yo débil del bebé para retener la expresión del Verdadero Self.
d. La
madre que no es suficientemente buena
Es aquella que no comprende o no puede reaccionar a tales expresiones, subyuga al niño a sus propias necesidades. El resultado es que al niño se le pide complacer las necesidades de la madre y no a la madre las necesidades del niño. Winnicott llama a esta complacencia o sumisión, una expresión del Falso Self. En la práctica el niño vive, pero vive falsamente. Por lo tanto la sumisión, en vez de la espontaneidad será la figura central de las experiencias de vida del infante (Fonda, 1995).
Es aquella que no comprende o no puede reaccionar a tales expresiones, subyuga al niño a sus propias necesidades. El resultado es que al niño se le pide complacer las necesidades de la madre y no a la madre las necesidades del niño. Winnicott llama a esta complacencia o sumisión, una expresión del Falso Self. En la práctica el niño vive, pero vive falsamente. Por lo tanto la sumisión, en vez de la espontaneidad será la figura central de las experiencias de vida del infante (Fonda, 1995).
El falso self, cuando se encuentra en
su extremo más patológico, se acompaña generalmente de una sensación subjetiva
de vació, futilidad e irrealidad. Como se ha constituido a expensas del núcleo
auténtico del ser, obliga a este a renunciar a sus impulsos (que constituyen su
esencia) en pos de una “exitosa” adaptación.
El verdadero self contrapuesto al
falso self es descrito por Winnicott en una analogía. El verdadero self es
aquel actor que puede ser él mismo y también actuar, mientras que el falso self
es aquel actor que si no está actuando y siendo aplaudido, se siente
completamente perdido, vacío y fútil. Los aplausos serían experienciados por
este último como el darse cuenta de la propia existencia, asunto que el falso
self por sí mismo no puede experimentar (Bacal y Newman, 1990).
Las organizaciones del falso self
pueden clasificarse en una gradiente que va desde la estructura de personalidad
totalmente artificial y adaptada, con el diagnóstico explícito de personalidad
falso self, hasta los aspectos socialmente indispensables como una actitud
cortés socialmente aceptada y que constituyen una parte complaciente en la
relación con los otros y la realidad (Abadi, 1996).
DESARROLLO
EMOCIONAL PRIMITIVO: Winnicott
distingue tres etapas sucesivas.
a.
Integración y personalización
Winnicott afirma que el bebe nace en
un estado de no integración. Los núcleos del yo están dispersos y para el bebé
estos núcleos están incluidos en una unidad que forma con el medio ambiente. Es
un periodo de dependencia absoluta.
La meta de esta etapa es la
integración de los núcleos del yo y la personalización, es decir, adquirir la
sensación dé que el cuerpo aloja al verdadero self.
La integración se logra a partir de dos
series de experiencias: Por un lado, tiene especial importancia los cuidados de
la madre, quien “recoge los pedacitos” del yo y le permite al niño sentirse
integrado dentro de ella. Por otro lado, hay un tipo de experiencias que
podrían agruparse bajo el término de “instintivas” que tienden a reunir la
personalidad en un todo partiendo desde dentro.
Desde el nacimiento el bebé pasa por
períodos fugaces de integración, que se van haciendo progresivamente más
duraderos. En un momento la criatura ya ha logrado, merced a las experiencias,
reunir los núcleos de su yo y adquirir la noción de que el es distinto del
medio que lo rodea. Este es un momento “peligroso” para el bebé, ya que el
exterior puede ser sentido como perseguidor y amenazante. Nuevamente es la
madre quien asume la responsabilidad de protegerlo del mundo externo. Las
amenazas quedan neutralizadas, dentro del desarrollo sano normal; pero, sino se
cumplen los objetivos anteriores el yo frágilmente integrado será presa fácil
de la desintegración. Para Winnicott el quiebre psicótico constituiría una
regresión a esta temprana fase del desarrollo.
El otro objetivo del desarrollo
emocional en este periodo es la personalización, definida por Winnicott como el
“sentimiento de que la persona de uno se halla en el cuerpo propio”. En este
sentido, propone que el desarrollo
normal llevaría al logro de un esquema corporal, lo llama unidad psiquesoma.
Donde son necesarios al igual que en la integración los cuidados maternos
satisfactorios y experiencias instintivas.
Si bien las alteraciones de la
integración y la personalización se expresan principalmente en los trastornos
psicóticos, Winnicott aclara que todos los adultos y niños normales pueden
pasar por estados de despersonalización o no integración en condiciones de
fatiga extrema o al enfrentarse con problemas emocionales muy intensos.
Hay, finalmente, una experiencia
relacionada con la no integración. Se trata de la disociación. En ésta,
persiste un cierto grado de separación entre distintos fragmentos del yo.
b.
Adaptación a la realidad
A medida que el niño progresa tenemos
a un ser humano con un yo relativamente integrado y con la sensación de que el
núcleo del sí-mismo habita en su propio cuerpo. El y el mundo son dos cosas
separadas.
El siguiente paso es llegar a una
relación óptima con ese mundo externo. En otras palabras, lo que debe lograr es
la adaptación a la realidad.
Sí el bebé tiene hambre puede
alucinar algo que sacie su apetito. La madre ofrece en ese momento su pecho, un
objeto real. Esto constituye el primer aporte que hace la madre para aproximar
al pequeño a la objetividad. La madre tiene un importante rol, proveer a la
criatura de los elementos de la realidad con qué construir la imagen psíquica
del mundo externo.
Para Winnicott, la fantasía precede a
la objetividad y el enriquecimiento de aquélla con aspectos de la realidad
depende de la ilusión creada por la madre. Todo reposa en el vínculo temprano
del niño con su madre. Evidentemente el acoplamiento entre la alucinación
infantil y los elementos de la realidad aportados por la madre nunca podrá ser
perfecto. Sin embargo, el infante puede vivirlo como casi óptimo gracias a una
parte de la personalidad del niño que se ocupa de “llenar” el vacío entre la
alucinación y la realidad. A este aspecto de la psique humana Winnicott lo
bautizó “la mente”.
Se refiere a ella de la siguiente
forma: “La actividad mental del pequeño hace que un medio ambiente suficiente
se transforme en uno perfecto, es decir convierte el fallo de adaptación en un
éxito. Lo que libera a la madre de la
necesidad de ser casi perfecta es la comprensión del pequeño”.
c.
Preinquietud o crueldad primitiva
Hasta aquí el niño ha logrado no sólo
sentirse a si mismo como un ser distinto a los demás y ante el medio, sino
también adaptarse en cierta medida a la realidad a través de absorber pautas
objetivas de ella que modifican sus fantasías. A través de su “mente” aprendió
a “llenar” el vacío que existe entre el sostenimiento adecuado y el perfecto y
esto mejoró sustancialmente sus relaciones con el mundo.
El último paso que debe dar es
integraren un todo las distintas imágenes que tiene de su madre y del mundo.
Winnicott piensa que el niño tiene una cuota innata de agresividad que se
expresa en ciertas conductas autodestructivas (chuparse el pulgar hasta hacerse
daño).El bebé repliega su odio sobre sí mismo para preservar el objeto externo,
pero esta maniobra no resulta suficiente. En su fantasía, la madre puede
resultar intensamente dañada.
Por otro lado la madre es, además del
objeto que recibe en ocasiones la agresión del niño, quien lo cuida y protege.
Simultáneamente, la madre cuidadora y la
madre agredida van acercándose en la mente del pequeño, quien adquiere así la
capacidad de preocuparse por su bienestar como objeto total. Esto constituye el gran logro de lo que
Winnicott identifica como la última de las etapas del desarrollo emocional
primitivo, aunque, se debe aclarar, que es altamente frecuente que no se
complete en la infancia.
Si la madre no puede proporcionar los
cuidados necesarios en esta etapa en la fantasía del niño, sus impulsos
agresivos habrían triunfado con fatales consecuencias. Si el único reaseguramiento para la criatura de que
sus fantasías no son mortales es la supervivencia del objeto, que se expresa en
la reiteración de los cuidados y la entrega de amor, es fácil advertir la
repercusión que podría tener en ella las fallas en esta provisión de afecto:
1. En la mente del niño persistirá la
separación de la madre dañada y la madre amorosa
2. La incapacidad para sentir
inquietud se expresará en una imposibilidad para realizar actividades
reparatorias
Mencionemos que la reparación está en
la base de todas las actividades creativas. Así, una perturbación en la
maduración emocional dará como resultado un individuo temeroso de sus propios
impulsos, sin capacidad creativa alguna y, probablemente, con un mundo interno
y externo fragmentados, como reflejo de la imagen materna escindida que guarda
en su interior.
El éxito en este desarrollo se
evidencia por la capacidad para la creatividad y la fantasía, que serían
esenciales en el adulto sano.
En este punto se evidencia la
influencia de la teoría kleiniana en la teoría winnicottiana de la posición
depresiva. En efecto, la idea de la fase de preinquietud esta relacionada directamente
con ella, tal como lo reconoce Winnicott. El problema terminológico implicado
al cambiar el nombre de “depresiva” por el de “inquietud” es explicado por
Winnicott a partir de la connotación patológica que tiene el término
“depresivo”.Cree que es incorrecta dicha denominación ya que esta fase, al
igual que la posición descrita por Melanie Klein, son componentes del
desarrollo emocional.
En síntesis, para
Winnicott lo que enferma son los fallos
ambientales y sus consecuencias sobre la estructuración del self verdadero y
falso.RESUMEN
Aportes Teóricos
· Funciones del entorno: El potencial
innato de un niño sólo puede convertirse en niño si se le unen a los cuidados
maternales; el Yo de la madre suple al Yo del niño; el holding determina los
procesos de maduración.
· La maduración se realiza según tres
esquemas principales: Procesos de integración, personalización o integración
psicosomática y establecimiento de las relaciones objetales.
· Distingue tres fases de la primera
infancia: Fase de dependencia absoluta (cinco primeros meses); Fase de
dependencia relativa (6 mes- fin del primer año); Independencia y adquisición
del sentido social (comienzo del segundo año).
· El self esta referido al aspecto
perceptual: actitudes, percepciones y evaluaciones que la persona experimenta
sobre sí misma. Se constituye a partir de los cinco primeros meses
· El falso-self constituye una actitud de
sumisión por fallas en el cuidado materno. Por disociación el sujeto trata de
ser exactamente como la madre (el otro).
· Objetos Transicionales son objetos que
“representan” a la madre. Es una defensa contra la angustia de separación.
Su principal interés es la
importancia que adquieren las etapas iniciales en el desarrollo emocional.
Holding: Madre
soporte, yo auxiliar, preocupación maternal primaria; este proceso ayuda a
pasar de la desintegración a la integración.
Cuando la madre falla, hay amenaza de
la continuidad existencias, entonces se empieza a construir una protección como
un cascarón que rodea al núcleo (falso self): Madre no suficientemente buena
El falso self:
-
Actúa como defensa del verdadero sin reemplazarlo
-
Reemplaza al verdadero self
Cuando hay protección, la cáscara con
que se nace y explica su narcisismo primario, se va diluyendo (verdadero self):
Madre suficientemente buena.
Objetos y fenómenos
transicionales:
-
Primeras posiciones y puente entre lo
interno y externo
-
Proceso evolutivo
-
Procesador de ansiedades
-
Espacio mental
Objeto transcisional
(ilusión) :Estos objetos representan a la madre:
-
se tienen derechos sobre él
-
Es acunado
-
No cambia
-
Sobrevive al odio y amor (podrá neutralizar
su agresión)
-
Da calor
Perturbaciones del
objeto transicional:
-
Fetichismo
-
Adicciones
-
Robo
En referencia al
desarrollo se plantea la integración psique – soma
- Integración y personalización:
-
No integración
-
Núcleos del yo dispersos (disociación)
-
Dependencia absoluta
La integración se
logra por:
·
Cuidados maternos que recoge los pedazos
·
Tendencia innata
Adaptación a la
realidad:
Si el medio no proporciona elementos,
lo hace el pensamiento
Crueldad primitiva,
fase de preinquietud:
Temor a dañar el objeto
Muchisimas gracias!! me super sirviò
ResponderBorrarHe leído todo lo que ha escrito en el presente Blog y me parece excelente, todas mis felicitaciones. Lamento tener que decir que carece de todo tipo de validez al no estar referenciado en absoluto.
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