lunes, 1 de octubre de 2018

7. DONALD W. WINNICOTT Y LA PSICOLOGÍA DINÁMICA




Nació el 17 de abril de 1896 en Plymouth (Gran Bretaña) y murió en Londres en 1971.

En 1923 obtuvo dos puestos hospitalarios de pediatría en Londres donde aseguro durante 40 años una consulta para niños.

Recibió influencias de Freud  y de sus contemporáneos , en particular de Melanie Klein, quien le parecía menos dogmática que los otros y le ayudó en el control de sus primeros análisis.

Winnicott  sostiene que ha habido una formulación habitual de la naturaleza humana; que en general se reconoce que por un lado provendría de las relaciones interpersonales y por otro, de una realidad interior. Hasta ese momento se había dicho que cada individuo que ha llegado a ser una unidad, posee una membrana que limita un exterior y un interior, una realidad interna y una realidad externa.


Winnicott afirma que así como es necesaria esta doble exposición, ésta sería insuficiente por lo que es necesaria una triple: la tercera parte de la vida de un ser humano, el Espacio Transicional o Espacio Potencial, una parte de la cual no se puede hacer caso omiso, es una zona intermedia de experiencia a la cual contribuyen la realidad interior y la vida exterior. Se trata de una zona que no es objeto de desafío alguno, porque no se le presentan exigencias, salvo la de que exista como lugar de descanso para un individuo dedicado a la tarea humana de mantener separadas y a la vez interrelacionadas la realidad interna y la exterior (Winnicott, 1971). Esta otra área de experiencia no está ni adentro ni afuera, sino entre medio.

El espacio transicional es un lugar que varía enormemente entre los diferentes sujetos, en cambio los otros dos espacios (el interno y el externo) son más o menos constantes en sus leyes, siendo uno determinado biológicamente y el otro de propiedad común (mundo externo o realidad objetiva compartida). Ambos, tanto el espacio interno como el externo son constantes y universales en cuanto tienen una legalidad propia que los rige. La realidad espacial del Espacio Transicional es "potencial", es decir se irá construyendo en la medida en que el sujeto va adquiriendo experiencias con los objetos y los diferentes fenómenos.

Otra diferencia fundamental entre los espacios externo e interno en relación al espacio transicional, es que los fenómenos u objetos que allí se dan o son creados respectivamente, no son posibles de ser clasificados como pertenecientes a la clase de lo interno o externo, sino que lo transicional es definido como el elemento que siendo interno es externo a la vez y viceversa. No se puede elegir ubicación alguna y sería aquí donde la naturaleza humana encontraría su sitio (Warjach, 1996 en Grego, 1996).


Winnicott define el espacio transicional como espacio virtual o potencial. La idea de espacio virtual o potencial implica un espacio que se va generando en la medida en que va siendo ocupado (Abadi, 1996).

Es precisamente este espacio potencial el que se desarrolla entre el infante y la madre desde el comienzo y que mediatiza el desarrollo hacia la aceptación de la realidad compartida. Es por este medio que se desarrolla una importante evolución emocional y la relación de objeto más temprana.

La experiencia de la tercera zona o área potencial se mantiene a través del desarrollo, entre eso que definitivamente es "yo" o la realidad psíquica y "no yo" como la realidad externa compartida.

A partir de la idea de espacio transicional, Winnicott se referirá a los objetos como Objetos Transicionales y a toda la experiencia, pensamientos y fantasías que se despliegan en ese espacio como Fenómenos Transicionales (Abadi, 1996).

a. El objeto transicional 

Es un objeto que ha sido elegido por el niño, pudiendo ser su pulgar, puño, trozo de material suave, peluche o cualquier objeto que pueda ocupar un espacio transicional y que el niño usa para confortarse cuando enfrenta la evocación ansiosa por la ausencia de la madre. Por lo tanto, los objetos transicionales deben tener algunos atributos que traigan a la mente del niño un algo de la madre. Muchos niños parecen no estar particularmente aferrados a este tipo de objetos, pero para ellos ciertos sonidos, vistas, iluminación o posturas, sirven para el mismo efecto (Abadi, 1996).

Winnicott los llamó objetos transicionales, ya que parecen surgir en un área intermedia entre "la ilusión de unidad" con la madre y el conocimiento de la separación de ella. El infante proyecta sobre el objeto transicional sentimientos y significados, que originalmente pertenecen a la unidad madre-hijo, así como las experiencias asociadas con esta unidad.

Para que la relación con el objeto transicional se constituya y se mantenga, se requiere tanto de la presencia real y concreta de la madre, como de una representación interna del vínculo con ella, firmemente establecida en el interior. Si el objeto interno no es demasiado persecutorio y conserva su vitalidad, podrá ser representado por el objeto transicional. La permanencia y significado del objeto interno se mantiene gracias a la presencia y comportamiento de la madre. Si el objeto externo es insuficiente, tanto el objeto interno como el objeto transicional, pierden significado.

El objeto transicional adquiere importancia vital cuando el bebé se va a dormir, la madre se ausenta o se aleja de la casa, ya que lo protege de la tristeza producto de la separación. Ayuda a desarrollar la capacidad de espera, a tolerar la frustración y a re-unirse, en la fantasía, con la madre que no está. El objeto que la re-presenta, mantiene el vínculo con la madre ausente. En el niño hay un registro de que ese objeto lo acompaña en ausencia de su madre, pero no es la madre. Representarla implica el reconocimiento de la pérdida y su recuperación en la fantasía.
Sobre esta base se construye el pensamiento simbólico, porque el objeto transicional es la primera cosa que en el bebé ya está representando simbólica y subjetivamente a otra cosa. Éste es el modelo de lo que serán todos los procesos de simbolización (Abadi, 1996). Desde el punto de vista del observador, el objeto transicional es un símbolo de la experiencia del infante en su ambiente, pero esto no significa que el infante que utiliza el objeto transicional haya alcanzado la capacidad para simbolizar, más bien está en el camino hacia el uso de los símbolos (Abraham, 1997).

El objeto transicional estará ahí para recorrer desde la dependencia total hacia la dependencia relativa de la madre. Representa la transición del bebé, desde un estado en que se encuentra fusionado a la madre, a uno de relación con ella como algo exterior y separado. Por lo tanto representa al movimiento desde relacionarse con el objeto subjetivamente concebido, hacia la percepción objetiva como en la realidad externa, logrando así el principio de realidad (Abraham, 1997). El objeto subjetivamente concebido es el primer objeto que aún no ha sido repudiado como objeto no-yo. Es un objeto experienciado como una extensión de sí mismo (de su self). Por ejemplo, el pecho de la madre es experienciado por el niño como una extensión de sí mismo ya que está bajo su control omnipotente. El objeto externo en cambio, es el objeto no-yo concebido por el niño como un objeto fuera de sí mismo y que está fuera de su control omnipotente. Es a través de la maduración que el niño va moviéndose desde este mundo de objetos subjetivos, de un ambiente de sostenimiento (holding) hacia el reconocimiento de los objetos fuera de sí mismo (Bacal y Newman, 1990). El objeto transicional representa este movimiento, ya que es un objeto que nunca está bajo el control mágico omnipotente (como el pecho), ni tampoco fuera del control del bebé, como la madre (Fonda, 1995).

El objeto transicional (al igual que la madre) es acunado, amado, tirado, mutilado y a pesar de ello sigue allí, sobrevive. Esta cualidad de ser siempre destruido, hace que la realidad del objeto sobreviviente se sienta como tal, fortaleciendo el tono del sentimiento y contribuyendo a la constancia del objeto. Esta destrucción se convierte en el telón de fondo inconsciente para el amor de un objeto real, es decir un objeto que se encuentra fuera de la zona de control omnipotente del infante y fuera de la zona creada por los mecanismos mentales proyectivos de éste. De ese modo se crea un mundo de realidad compartida, que el infante puede usar y que le devuelve una sustancia que no es yo (Winnicott, 1971). Es aquí donde se inicia el funcionamiento del aparato psíquico con vigencia del principio del placer y comienza a cristalizarse la realidad exterior, con vigencia del principio de realidad.

b. Self o sí mismo. 

La idea de sí mismo (self) implica el sentimiento de identidad que aparece con la propia existencia.

Al comienzo, la identidad personal es sólo potencial; existe un primario "propio ser central", que después se convierte en el "núcleo del propio ser" o "propio ser genuino potencial" (verdadero self) (Phillips, 1997). "Se podría decir que el núcleo del self es el potencial heredado que experimenta una continuidad de existir y que a su modo y a su ritmo adquiere una realidad psíquica personal y un esquema corporal”.

El propio ser central  está presente en la organización mental primitiva como la suma de la vida sensoriomotriz que progresivamente y producto de la interacción con un ambiente, se convertirá en el sentido psicológico de las diversas maneras en que un sujeto particular se experiencia a sí mismo (Bacal y Newman, 1990), es la fuente de energía o espontaneidad, la fuente de lo que llama el gesto espontáneo. Este gesto o agrupamiento sensoriomotriz expresa un impulso espontáneo que no es sino manifestación del propio ser en acción.

Aún reconociendo el papel fundamental de la pulsiones del ello en la difícil tarea de adaptarse el infante a la realidad externa, Winnicott entendía que antes que se pudiera hacer uso alguno de esos instintos tenía que estar presente una persona vivenciante, por rudimentaria que fuere. En este punto se introduce el "yo", porque la mediación de esta instancia permite en el infante la organización psíquica, que transforma los sucesos del ello en experiencia personal (Phillips, 1997).

Winnicott reconoce la naturaleza y la significación de los determinantes libidinales para las relaciones de objeto, sin embargo las pulsiones serían evolutivamente significativos en la medida que sean entendidos en el contexto del conjunto de las relaciones del infante con el cuidador (Winnicott en Bacal y Newman, 1990). "…El yo del infante está acopiando fuerzas, y en consecuencia se acerca a un estado en que las exigencias del ello serán sentidas como parte del sí mismo (self) y no como ambientales. Cuando se produce este desarrollo, la satisfacción del ello pasa a ser un muy importante fortalecedor del yo o del self, pero las excitaciones del ello pueden ser traumáticas cuando el yo todavía no puede incluirlas ni es capaz de absorber los riesgos involucrados y las frustraciones experimentadas mientras no se convierte en realidad la satisfacción del ello."

Winnicott concibe al Yo como aquella organización del infante, que con el tiempo se convierte en el propio ser, es decir que para este autor el yo es el responsable de reunir y organizar la información de las experiencias internas y externas. Pero en un primer momento hay un yo débil, entonces para que este pueda acumular fortaleza de tal manera que las exigencias del ello sean sentidas como parte del propio ser será necesaria la presencia de una madre suficientemente buena.

c. Madre suficientemente buena

En un primer momento, la madre es el yo del infante. Durante la fase de dependencia absoluta en que la madre está en un estado de preocupación materna primaria y a través de su adaptación a las necesidades del niño, ésta puede entregarle a su infante el soporte yoico necesario. La fuerza de este soporte yoico depende enteramente de la habilidad de la madre para adaptarse a las necesidades del niño. Ella es el yo del infante producto de la intensa identificación con él y es en esa medida que puede apoyarlo y protegerlo (Abraham, 1997).

En este sentido la madre debe proveer al niño de:

Holding (sostenimiento físico): Describe la conducta emocional de la madre que protege a la criatura frente a los peligros externos a nivel táctil, auditivo, visual, de sensibilidad o temperatura.

Handling (sostenimiento psíquico): instalación de la psique en el soma y se da el desarrollo del funcionamiento mental.

Si el ambiente lo bastante bueno ha cubierto las necesidades del infante en el período de dependencia absoluta, se produce la transición al estado de dependencia relativa. Entonces el intelecto en desarrollo permite un percatarse cada vez mayor del cuidado materno y de la necesidad misma que el bebé tiene de él. El "no-yo" se separa del "yo" y se alcanza la objetividad, lo que en definitiva lleva a vivir en un mundo en que los objetos tienen experimentada permanencia en el tiempo y el espacio y son utilizables por lo mismo que están separados y son indestructibles. El infante adquiere la capacidad de enfrentar la desilusión que es inherente al abandono de la omnipotencia continuadamente vivida y empieza a sentirse responsable de sus propias acciones. En este punto, una graduada falla en la adaptación a sus necesidades llega a ser un aspecto importante del cuidado materno:

"Tan pronto como la madre y el infante son seres separados, desde el punto de vista del infante, se observará que aquella se inclina a modificar su actitud. Es como si advirtiera que ahora el infante no tiene ya por expectativa la condición en que existe una comprensión casi mágica de la necesidad. La madre parece saber que el infante tiene una capacidad nueva de emitir señales que la guíen para satisfacer sus necesidades. Diríamos que si en este momento ella supiera demasiado bien lo que el infante necesita, eso sería mágico y no ofrecería base para un vínculo de objeto".

Por lo tanto, la madre suficientemente buena que responde al "gesto espontáneo" o comunicación primaria no verbal de su hijo, le entrega la fuerza necesaria al yo débil del bebé para retener la expresión del Verdadero Self.

d. La madre que no es suficientemente buena

Es aquella que no comprende o no puede reaccionar a tales expresiones, subyuga al niño a sus propias necesidades. El resultado es que al niño se le pide complacer las necesidades de la madre y no a la madre las necesidades del niño. Winnicott llama a esta complacencia o sumisión, una expresión del Falso Self. En la práctica el niño vive, pero vive falsamente. Por lo tanto la sumisión, en vez de la espontaneidad será la figura central de las experiencias de vida del infante (Fonda, 1995).

El falso self, cuando se encuentra en su extremo más patológico, se acompaña generalmente de una sensación subjetiva de vació, futilidad e irrealidad. Como se ha constituido a expensas del núcleo auténtico del ser, obliga a este a renunciar a sus impulsos (que constituyen su esencia) en pos de una “exitosa” adaptación.

El verdadero self contrapuesto al falso self es descrito por Winnicott en una analogía. El verdadero self es aquel actor que puede ser él mismo y también actuar, mientras que el falso self es aquel actor que si no está actuando y siendo aplaudido, se siente completamente perdido, vacío y fútil. Los aplausos serían experienciados por este último como el darse cuenta de la propia existencia, asunto que el falso self por sí mismo no puede experimentar (Bacal y Newman, 1990).
Las organizaciones del falso self pueden clasificarse en una gradiente que va desde la estructura de personalidad totalmente artificial y adaptada, con el diagnóstico explícito de personalidad falso self, hasta los aspectos socialmente indispensables como una actitud cortés socialmente aceptada y que constituyen una parte complaciente en la relación con los otros y la realidad (Abadi, 1996).

DESARROLLO EMOCIONAL PRIMITIVO: Winnicott distingue tres etapas sucesivas.

a. Integración y personalización

Winnicott afirma que el bebe nace en un estado de no integración. Los núcleos del yo están dispersos y para el bebé estos núcleos están incluidos en una unidad que forma con el medio ambiente. Es un periodo de dependencia absoluta.

La meta de esta etapa es la integración de los núcleos del yo y la personalización, es decir, adquirir la sensación dé que el cuerpo aloja al verdadero self.

La integración se logra a partir de dos series de experiencias: Por un lado, tiene especial importancia los cuidados de la madre, quien “recoge los pedacitos” del yo y le permite al niño sentirse integrado dentro de ella. Por otro lado, hay un tipo de experiencias que podrían agruparse bajo el término de “instintivas” que tienden a reunir la personalidad en un todo partiendo desde dentro.

Desde el nacimiento el bebé pasa por períodos fugaces de integración, que se van haciendo progresivamente más duraderos. En un momento la criatura ya ha logrado, merced a las experiencias, reunir los núcleos de su yo y adquirir la noción de que el es distinto del medio que lo rodea. Este es un momento “peligroso” para el bebé, ya que el exterior puede ser sentido como perseguidor y amenazante. Nuevamente es la madre quien asume la responsabilidad de protegerlo del mundo externo. Las amenazas quedan neutralizadas, dentro del desarrollo sano normal; pero, sino se cumplen los objetivos anteriores el yo frágilmente integrado será presa fácil de la desintegración. Para Winnicott el quiebre psicótico constituiría una regresión a esta temprana fase del desarrollo.

El otro objetivo del desarrollo emocional en este periodo es la personalización, definida por Winnicott como el “sentimiento de que la persona de uno se halla en el cuerpo propio”. En este sentido, propone  que el desarrollo normal llevaría al logro de un esquema corporal, lo llama unidad psiquesoma. Donde son necesarios al igual que en la integración los cuidados maternos satisfactorios y experiencias instintivas.

Si bien las alteraciones de la integración y la personalización se expresan principalmente en los trastornos psicóticos, Winnicott aclara que todos los adultos y niños normales pueden pasar por estados de despersonalización o no integración en condiciones de fatiga extrema o al enfrentarse con problemas emocionales muy intensos.
Hay, finalmente, una experiencia relacionada con la no integración. Se trata de la disociación. En ésta, persiste un cierto grado de separación entre distintos fragmentos del yo.

b. Adaptación a la realidad

A medida que el niño progresa tenemos a un ser humano con un yo relativamente integrado y con la sensación de que el núcleo del sí-mismo habita en su propio cuerpo. El y el mundo son dos cosas separadas.

El siguiente paso es llegar a una relación óptima con ese mundo externo. En otras palabras, lo que debe lograr es la adaptación a la realidad.

Sí el bebé tiene hambre puede alucinar algo que sacie su apetito. La madre ofrece en ese momento su pecho, un objeto real. Esto constituye el primer aporte que hace la madre para aproximar al pequeño a la objetividad. La madre tiene un importante rol, proveer a la criatura de los elementos de la realidad con qué construir la imagen psíquica del mundo externo.

Para Winnicott, la fantasía precede a la objetividad y el enriquecimiento de aquélla con aspectos de la realidad depende de la ilusión creada por la madre. Todo reposa en el vínculo temprano del niño con su madre. Evidentemente el acoplamiento entre la alucinación infantil y los elementos de la realidad aportados por la madre nunca podrá ser perfecto. Sin embargo, el infante puede vivirlo como casi óptimo gracias a una parte de la personalidad del niño que se ocupa de “llenar” el vacío entre la alucinación y la realidad. A este aspecto de la psique humana Winnicott lo bautizó “la mente”.

Se refiere a ella de la siguiente forma: “La actividad mental del pequeño hace que un medio ambiente suficiente se transforme en uno perfecto, es decir convierte el fallo de adaptación en un éxito. Lo que libera a la  madre de la necesidad de ser casi perfecta es la comprensión del pequeño”.

c. Preinquietud o crueldad primitiva

Hasta aquí el niño ha logrado no sólo sentirse a si mismo como un ser distinto a los demás y ante el medio, sino también adaptarse en cierta medida a la realidad a través de absorber pautas objetivas de ella que modifican sus fantasías. A través de su “mente” aprendió a “llenar” el vacío que existe entre el sostenimiento adecuado y el perfecto y esto mejoró sustancialmente sus relaciones con el mundo.

El último paso que debe dar es integraren un todo las distintas imágenes que tiene de su madre y del mundo. Winnicott piensa que el niño tiene una cuota innata de agresividad que se expresa en ciertas conductas autodestructivas (chuparse el pulgar hasta hacerse daño).El bebé repliega su odio sobre sí mismo para preservar el objeto externo, pero esta maniobra no resulta suficiente. En su fantasía, la madre puede resultar intensamente dañada.

Por otro lado la madre es, además del objeto que recibe en ocasiones la agresión del niño, quien lo cuida y protege. Simultáneamente, la madre cuidadora y  la madre agredida van acercándose en la mente del pequeño, quien adquiere así la capacidad de preocuparse por su bienestar como objeto total.  Esto constituye el gran logro de lo que Winnicott identifica como la última de las etapas del desarrollo emocional primitivo, aunque, se debe aclarar, que es altamente frecuente que no se complete en la infancia.

Si la madre no puede proporcionar los cuidados necesarios en esta etapa en la fantasía del niño, sus impulsos agresivos habrían triunfado con fatales consecuencias. Si el único reaseguramiento para la criatura de que sus fantasías no son mortales es la supervivencia del objeto, que se expresa en la reiteración de los cuidados y la entrega de amor, es fácil advertir la repercusión que podría tener en ella las fallas en esta provisión de afecto:

1. En la mente del niño persistirá la separación de la madre dañada y la madre amorosa
2. La incapacidad para sentir inquietud se expresará en una imposibilidad para realizar actividades reparatorias

Mencionemos que la reparación está en la base de todas las actividades creativas. Así, una perturbación en la maduración emocional dará como resultado un individuo temeroso de sus propios impulsos, sin capacidad creativa alguna y, probablemente, con un mundo interno y externo fragmentados, como reflejo de la imagen materna escindida que guarda en su interior.
El éxito en este desarrollo se evidencia por la capacidad para la creatividad y la fantasía, que serían esenciales en el adulto sano.

En este punto se evidencia la influencia de la teoría kleiniana en la teoría winnicottiana de la posición depresiva. En efecto, la idea de la fase de preinquietud esta relacionada directamente con ella, tal como lo reconoce Winnicott. El problema terminológico implicado al cambiar el nombre de “depresiva” por el de “inquietud” es explicado por Winnicott a partir de la connotación patológica que tiene el término “depresivo”.Cree que es incorrecta dicha denominación ya que esta fase, al igual que la posición descrita por Melanie Klein, son componentes del desarrollo emocional.

En síntesis, para Winnicott lo  que enferma son los fallos ambientales y sus consecuencias sobre la estructuración del self verdadero y falso.

RESUMEN


Aportes Teóricos

· Funciones del entorno: El potencial innato de un niño sólo puede convertirse en niño si se le unen a los cuidados maternales; el Yo de la madre suple al Yo del niño; el holding determina los procesos de maduración.

· La maduración se realiza según tres esquemas principales: Procesos de integración, personalización o integración psicosomática y establecimiento de las relaciones objetales.

· Distingue tres fases de la primera infancia: Fase de dependencia absoluta (cinco primeros meses); Fase de dependencia relativa (6 mes- fin del primer año); Independencia y adquisición del sentido social (comienzo del segundo año).

·        El self esta referido al aspecto perceptual: actitudes, percepciones y evaluaciones que la persona experimenta sobre sí misma. Se constituye a partir de los cinco primeros meses
·        El falso-self constituye una actitud de sumisión por fallas en el cuidado materno. Por disociación el sujeto trata de ser exactamente como la madre (el otro).

·        Objetos Transicionales son objetos que “representan” a la madre. Es una defensa contra la angustia de separación.



Su principal interés es la importancia que adquieren las etapas iniciales en el desarrollo emocional.

Holding: Madre soporte, yo auxiliar, preocupación maternal primaria; este proceso ayuda a pasar de la desintegración a la integración.

Cuando la madre falla, hay amenaza de la continuidad existencias, entonces se empieza a construir una protección como un cascarón que rodea al núcleo (falso self): Madre no suficientemente buena

El falso self:

-          Actúa como defensa del verdadero sin reemplazarlo
-          Reemplaza al verdadero self


Cuando hay protección, la cáscara con que se nace y explica su narcisismo primario, se va diluyendo (verdadero self): Madre suficientemente buena.

Objetos y fenómenos transicionales:

-          Primeras posiciones y puente entre lo interno y externo
-          Proceso evolutivo
-          Procesador de ansiedades
-          Espacio mental

Objeto transcisional (ilusión) :Estos objetos representan a la madre:

-          se tienen derechos sobre él
-          Es acunado
-          No cambia
-          Sobrevive al odio y amor (podrá neutralizar su agresión)
-          Da calor

Perturbaciones del objeto transicional:

-          Fetichismo
-          Adicciones
-          Robo

En referencia al desarrollo se plantea la integración psique – soma

  1. Integración y personalización:


-          No integración
-          Núcleos del yo dispersos (disociación)
-          Dependencia absoluta

La integración se logra por:

·         Cuidados maternos que recoge los pedazos
·         Tendencia innata

Adaptación a la realidad:

Si el medio no proporciona elementos, lo hace el pensamiento

Crueldad primitiva, fase de preinquietud:

Temor a dañar el objeto


2 comentarios:

  1. Muchisimas gracias!! me super sirviò

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  2. He leído todo lo que ha escrito en el presente Blog y me parece excelente, todas mis felicitaciones. Lamento tener que decir que carece de todo tipo de validez al no estar referenciado en absoluto.

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