lunes, 1 de octubre de 2018

45. LAS FOBIAS DESDE UNA PERSPECTIVA PSICODINÁMICA

CARACTERISTICAS

·         Etapa fálica uretral
·         Angustia y defensa contra ella
·         Fijación de la angustia a nivel psíquico
·         La entrevista adquiere un carácter ambivalente
·         Desplaza sobre un objeto externo el conflicto inconsciente
·         Minucioso
·         Busca convencer de la verdad de su angustia
·         Discurso entrecortado
·         Exaltaciones o silencios reaseguran narcisísticamente si tiene o no angustia
·         Yo débil
·         El amparo es la fuga y la evitación
·         Contratransferencialmente impulsa a ayudar y apoyar, pero da imagen de inseguridad

·         Predominio de instinto de castración sobre el de vida

-          Con relación al discurso, el del fóbico esta lleno de precauciones, de cauciones, de modo que nunca se sabe de qué está realmente hablando. Es un discurso en el cual no se puede mencionar el objeto, habla de la sombra del objeto.

-          Se desgasta en poner en la relación con el otro una distancia tolerable: si es demasiado cerca teme a la fusión indiscriminada, si es demasiado lejos desaparece el objeto y con el referente externo de la diferenciación. Mientras el objeto esté en alguna parte, aunque lejos, él sabe quién es él y quién es el otro.

-          El fóbico necesita volver sobre el objeto fobígeno porque hay una relación de goce con él que no quiere perder, de ahí que vuelva a lo que teme.


-          La madre del fóbico lo sostiene en una relación fálica a ultranza y,  por otro lado, en una situación imaginaria.

-          El padre del fóbico falla con relación a la ley, no es garante del orden simbólico, no aparece como garantía para el hijo en el litigio por la madre, ni con relación a la castración y a la diferencia sexual. Ahí se da la emergencia del objeto fobígeno que aparece, en Juanito,  como restitutivo de la función paterna.


-          Desde el paradigma Lacaniano se plantea la fobia como universal,  como algo móvil que aparece en todas las estructuras como manejos a veces,  como síntomas otras,  como objetos fobígenos, sin que se estabilicen.

-          El fóbico otea el horizonte en la búsqueda de su objeto, y su conducta, su retroceso o huida, va a estar rígidamente determinado por esa forma  acuciante.


-          Los fóbicos ordenan el espacio y sus distancias como un felino ordena su territorio.

-          En cada puesta en acto, en cada creación, la relación entre los diversos elementos tratándose de la fobia, nos suele mostrar un punto donde cesan las relatividades y la realidad se torna casi un real. Esto quiere decir que pierde su eficacia al menos en cuanto al encubrimiento sutil pero conserva planamente la eficacia simbólica.

-          El objeto fobígeno es significante aunque se haya tenido que congelar una imagen para el cumplimiento de esta operación. Esta imagen coagulada y compuesta estaría en el borde mismo entre imagen, símbolo y deseo, todo está demasiado cerca para que se discriminen y elasticen los términos.

-          La función fálica sostenida desde la madre determinaría esta apretada conjunción. Madre que está más cerca de lo real del goce o de la plenitud de la imagen narcisista.

-          La fobia implica la externalización de un conflicto, la transformación de un conflicto intrapsíquico en especial. Es decir, implica una disociación intrapsíquica previa, producto de una represión existente que fracasa anulando dicha primitiva disociación.

-          La aparición de angustia, expresión del fracaso de la represión, fuerza al yo a la adopción de otras medidas defensivas. Así, proyecta al exterior la representación intolerable y la desplaza sobre algún objeto o situación que a partir de ese momento pasa a estar investido de un carácter peligroso ya que su contacto o proximidad despierta angustia, que se denomina “objeto Fobígeno” y con el que evita todo contacto, para evitar la aparición de la angustia.

-          En cuanto al tipo de angustias, son variables, aunque básicamente corresponden a las persecutorias de la posición esquizoparanoide, siendo los mecanismos básicos la identificación proyectiva y la desintegración del yo

-          Las fobias son formaciones histéricas, pero producto de una disociación del yo, constituyendo por tanto un fenómeno esquizoide (Fairbair). Además son de absoluta observación los mecanismos de control obsesivo y las tendencias paranoides.

La fobia surge en virtud de la existencia de una disociación de base y también para que siga existiendo una disociación. Expresan en un sentido, el éxito en la evitación de situaciones fantaseadas como catastróficas; expresa también la dramatización de la disociación y, tal vez, además el establecimiento de una relación objetal externa. Una movilización (ante el fracaso de la represión) del objeto interno, una proyección al exterior con el establecimiento de una distancia indispensable para la reintroyección y modificación de la relación interna anterior.
El establecimiento de la fobia introduce el mundo externo.
La dificultad en explicar qué es lo que se teme es producto de la no diferenciación entre lo interno y lo externo. Todavía no lo logra. Coloca algo afuera. Pero no es de afuera, aunque esté afuera.
La fobia implica básicamente una disociación. Pero no toda disociación implica una fobia. Necesita la proyección y participación espacial.
El establecimiento de un tipo de reacción fóbica marca un progreso transferencial, cuando implica la disminución de un temor. Ya se le puede temer (es una relación). Y se le teme porque tal vez frustra (es decir se le ama, pero, parece, no se le puede amar).


CONSIDERACIONES TÉCNICAS:



-          Necesidad de adoptar frente al fóbico una actitud mucho más activa sobre la base del significado que adquiere y el destino que absolutamente adquirirá el terapeuta. Quiérase o no, el terapeuta será identificado primeramente con el objeto fobígeno, disociado luego y excluido o ignorado (evitado) después, convertido en espectador del relato que el paciente hace de su relación con el otro, el que personifica, un aspecto disociado del terapeuta.

-          La actitud activa estaría dada por:
-           
a.    Por el señalamiento inmediato de este carácter doble del terapeuta (su gran poder y su carácter fobígeno) que condiciona la fantasía de un “poderoso objeto fobígeno”, viniendo a reforzar, así, el carácter persecutorio del objeto fobígeno, personificado ahora en el terapeuta

b.    Por la investigación cuidadosa del carácter y el manejo de los objetos externos.

-          Si la pérdida del espacio( pérdida del control sobre la disociación espacial, entre un “afuera” y un “adentro”, o pérdida de los límites o pérdida de la “distancia”) condiciona la reintroyección del conflicto (de espacial a intrapsíquico), se comprende el temor a la interpretación que puede ser sentida como “meterle” adentro lo que el paciente colocó afuera.

-          La posibilidad terapéutica está, no en señalarle solamente lo evitado, sino en destacar las dos situaciones, la buscada y la evitada y lo que teme que pueda ocurrir en función de lo evitado.

-          La verdadera compañía del fóbico es la angustia, no el objeto. (su angustia, en la medida en que naturalmente representa o es o configura un objeto, que no es el objeto en el cual se identifica proyectivamente su angustia). La angustia del fóbico marca su relación objetal, la compañía es el objeto ante el cual siempre hay angustia. Pues ésa es la condición de vida del objeto y, por ende, del sujeto metido en él. Es la dramatización de su propia relación con su objeto interno.. Si no tiene angustia, el objeto se muere. O es la señal de que se murió.

-          La angustia es un objeto con el que hay una relación especial, con una distancia intermedia necesitada


-          Tanto la tentativa de anulación de esa distancia a través de la interpretación que se “mete”, como de ataque a la angustia implican la “muerte” del objeto necesitado. (Posiblemente sea ésta una razón del temor del fóbico al terapeuta).

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